11/11/07

Verdad y Método.

He de admitir que me he vuelto a ver retratado y obligado a reorganizar algunas de mis ideas al enfrentarme a un libro de Hans-Georg Gadamer titulado "Verdad y Método" en el que he encontrado algunas ideas más que interesantes con respecto a cómo nos enfrentamos a los textos. Gadamer sostiene que estos encuentros no son para nada inocentes y asépticos, nos enfrentamos a un texto con prejuicios, pero no utiliza el término prejuicio de manera peyorativa, o eso he creído entender, sino más bien hace referencia al constructo de ideas y andamiaje teórico que cada uno hemos ido erigiendo a lo largo de nuestra vida, y pretendemos que ese nuevo texto se amolde a nuestras estructuras, o lo interpretamos con esa intención.
Os dejo con unos fragmentos que en especial me han llamado la atención sencillamente porque me he reconocido en ese lector prejucioso que señala Gadamer.
En general podría decirse que ya la experiencia del choque con un texto-bien porque en principio no da sentido bien porque su sentido no concuerda con nuestras propias expectativas-es lo que nos hace detenernos y atender a la posibilidad de una diferencia en el uso del lenguaje. Es una presuposición general que todo el que habla la misma lengua emplea las palabras en el sentido que a uno le es familiar, esta presuposición solo se vuelve dudosa en determinados casos concretos. Y lo mismo ocurre en el caso de las lenguas extranjeras: en general uno supone que las conoce en su uso más o menos generalizado, y tiende a presuponer la constancia de este uso cuando se acerca a un texto cualquiera.(...)
No se puede en modo alguno presuponer como dato general que lo que se nos dice desde un texto tiene que poder integrarse sin problemasen las propias opiniones y expectativas(...)
Aún así, Gadamer no señala como negativo esa visión propia de los textos, no la ve como un peligro sino como una básica forma de enfrentarse a cualquier escrito, no se puede esperar que nos olvidemos de nuestra historia y nuestros pensamientos al leer algo porque nosotros somos nuestros pensamientos y nuestra historia, lo que reivindica Gadamer es algo tal que así:
Cuando se oye a alguien o cuando se emprende una lectura no es que haya qye olvidar todas las opiniones previas sobre su contenido, o todas las posiciones propias. Lo que se exige es simplemente estar abierto a la opinion del otro o a la del texto.
El que quiere comprender un texto tiene que estar en principio dispuesto a dejarse decir algo por él. Una conciencia(...)tiene que mostrarse recptiva(...)
Pero esta receptividadno presupone ni "neutralidad" frente a las cosas ni tampoco autocancelación, sino que incluye una matizada incorporación de las propias anticipaciones, con el fin de que el texto mismo pueda presentarse en su alteridad y obtenga así la posibilidad de confrontar su verdad objetiva con las propias opiniones previas.

1 comentario:

Son Poemas dijo...

Si no se cierra el libro; se contrasta (con las propias ideas), se medita y se concluye.

Eso hago yo.

Tu blog me parece interesante.

Gracias.