25/7/08

Este verano la revolución no tiene vacaciones.

Lo se, lo se, he vuelto a dejar este sitio más bien abandonado, las ganas de escribir no son pocas ni mucho menos, pero otros quehaceres me siguen quitando tiempo, durante la próxima semana voy a estar por estos lares http://www.espacioalternativo.org/node/2934
Generalmente no suelo tocar temas personales en este sitio, pero esta ocasión es especial ya que compartire una semana con gente revolucionria de todo el mundo para intercambiar ideas sobre la vuelta de tuerca que necesita este mundo neoliberal e injustamente globalizado, espero traer muchas ideas nuevas que plasmar en este blog.
Nos vemos dentro de una semana.

13/7/08

Este Allen...

Diabetes: ¿Sólo Nueva York? Es igual en todas partes. Estaba paseando con Sócrates por el centro de Atenas, cuando dos jóvenes de Esparta nos asaltaron dentrás de la Acrópolis para quitarnos el dinero.

Mujer: ¿Y qué pasó?

Diabetes: Sócrates les demostró por medio de la lógica que el mal no es otra cosa que la ignorancia de la verdad.

Mujer: ¿Y?

Diabetes: Le rompieron la naríz.



"Sin Plumas" Woody Allen.

10/7/08

Pasajes del diario íntimo y secreto de Don Fulgencio Rivadulla

Estoy tumbado en la cama, otra vez presa del calor, del horrendo calor, cuando la cama se hace más prisión que descanso, me golpea la desesperanza, son casi las cuatro y aún no he cerrado los ojos, ¿qué hago? ¿Qué hago? ¿Lo sigo intentando o desisto? Creo que puedo seguir intentándolo, debo concentrarme para dormirme, aunque si me concentro en realidad pongo en alerta mis sentidos y me resulta más difícil dormirme ¿no? pero si no me esfuerzo nunca lo conseguiré. ¿Será el sueño como esas cosas que cuanto más te esfuerzas en conseguir menos consigues? Como fotografiar a un ciervo de cerca o creer en la Democracia. Desesperanza.
Tengo que romper con Adela, se rió de mí cuando le descubrí en que proyecto estaba inmerso estos últimos meses, la introducción a la que, espero, sea la gran obra metafísica de nuestro siglo “Morir entre estratos: Una propuesta socrática a los ornitorrincos del mañana”.
Aunque de sesudo carácter teórico creo que la aparición de un animal como el ornitorrinco puede ser una inusual y agradable analogía impropia de este tipo de lecturas, el ornitorrinco en realidad representa a tu madre, si, a la tuya, de la que estas leyendo esto, cotilla.
Otra opción era hacer aparecer otro tipo de animal pero de carácter mitológico, a través del cual se vaya hilvanando todo el edificio argumental del libro (y porque si a Disney le funcionan los animales que hablan no se porque la metafísica se niega tozudamente a aceptarlo) había pensado en el sagrapome, un mitológico animal con cabeza de saltamontes y cuerpo de saltamontes, pero de otro saltamontes distinto.
Otra razón por la que tengo que romper con Adela es porque no para de llamarme, el problema es que no tiene teléfono, creo que necesita ayuda, porque lo intenta una y otra vez, aunque yo le grite que estoy al lado suyo y que si no le cojo el teléfono no es porque este acostándome con otra, la prueba es que vamos andando los dos juntos por la Gran Vía y ella no tiene teléfono. De hecho una vez pillé a la pobre lavándose los dientes y tuve que explicarle que era mucho más sencillo si movía la mano del cepillo y dejaba la cabeza quieta y no al revés. Desilusión.

En medio de este torbellino de insomne melancolía soy consciente de otro hecho, no me he cortado las uñas de los pies, ¿por qué no acabarán las desgracias? ¿Por qué? Lo peor es que se enganchan en las sábanas. Podría levantarme y cortármelas, no lo voy a hacer, pero se enganchan, y yo lo sé, y las sábanas, y Dios, que no para de mirarme por ese catalejo enorme por el que me mira para ver todos mis fallos y anotarlos en una libretita.
A veces me da miedo morirme, por lo que dirá Dios al verme digo, si para Dios todos los hombres son iguales ¿Cómo va a reconocerme? ¿Y si me confunde con Silvio Berlusconi? Dios, ya son las cuatro y veinte y sigo sin poder dormir.

Estoy casi seguro que estoy empezando a delirar, sino no me explico como veo corretear por mi lánguido brazo una versión en miniatura de mi mismo, lleva un sombrerito de marinerillo y corretea alegremente por mi brazo mientras agita los suyos graciosamente.
- ¿Eres mi niño interior?- Le pregunto.
- No, soy tu tenia.- Me responde con acritud ¿Cómo sino va a contestar una tenia?

Mi angustia se agranda, definitivamente va a ser otra noche arrebatada por el cruel insomnio, en un último esfuerzo por salvar algo de la noche le pregunto a mi tenia si le gustaría hacer de mi niño interior.